lunes, 8 de marzo de 2021

SEGUNDO PREMIO CONCURSO DE RELATOS "HISTORIAS DE MUJER": “AZUCENAS BLANCAS”

 

    El año antes de su llegada explotó el polvorín en Archena. Era 1964 y las mujeres no entraban solas a los bares. Mi madre sí. Le gustaba el café con leche condensada, como a mí. Entraba al bar Viruta con su echarpe lila, o el verde, y el Paco le preparaba su primer café del día.

    Al médico, al teatro, al cine. En el autobús a Murcia iba mi madre, con un bolso relleno de periódicos para que no se notara su vacío. Unos caramelos rojos que vendían en el Barrio del Carmen nos traía mi madre. En el tren a ver a su hermana a Elche, en La Serranica a Torrevieja a ver a su amiga, con un bañador de faja para bañarse en la playa. Recuerdo el cine con ella y mis hermanos, a los que sentaba, bien pequeños, a su alrededor para que los hombres no la acosaran. Una mujer sola. En bici los domingos a tomar el sol. Una mujer sola no se entendía. Una mujer sola era una interrogación. Era una amenaza al orden.

    Su independencia y su falta de sumisión se utilizaban contra mi padre. Un calzonazos. No la sabe controlar. Mi padre no reaccionaba a la provocación. La veía salir ajustándose el echarpe, y sonreía. La libertad y la independencia de mi madre no eran amenazas para él.

    Lo que se reiría mi madre si estuviera hoy aquí y la llamara feminista. Si le dijera que su valentía y su fortaleza eran parte de una lucha viejísima por la igualdad, por la libertad.

    Lo que se reiría mi padre si estuviera hoy aquí y le dijera que fue un perfecto aliado del feminismo.

    Sin saberlo mis padres me dieron el mejor ejemplo de una lucha feminista en colaboración: Mi padre no temía la libertad de mi madre. Mi madre no pedía permiso para tenerla.

Deborah
AUTORA: JOSEFINA LÓPEZ GÁLVEZ








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