domingo, 31 de diciembre de 2017

¡¡FELIZ FIN DE AÑO DESDE EL PARAÍSO!!





Hoy despedimos un año que nos ha dejado aromas, colores y sabores de todo tipo, y sobre todo emociones para nuestro recuerdo....

Nos alegramos de haber podido realizar proyectos y de haber pasados muy buenos momentos con personas increíbles, de todos los apoyos y colaboraciones.

Nuestra máxima felicidad fue cuando pudimos disfrutar de la creatividad y la magia de los niños. De ellos aprendemos cada año en nuestro "Concurso de Cuentos". Y de la madrina de este concurso, la escritora murciana Mayer Nicolás Melgar, que es un regalazo para nosotros, como profesional y como ser humano.... ¡¡Si hubiesen más como ella, que bonita sería la vida!! José David Brando Luna, que nos salvó de los problemas técnicos y todo salió de maravilla.Todos los colegios de Archena, gracias a sus directores y profesores. A Susana Valcarcel Costa por acompañarnos también en el acto. 

En nuestra "Fiesta de Primavera", donde los padres compartieron juegos de siempre, al aire libre, con sus hijos. Jose (nuestro Papá Noel y Rosa Martinez, que se ocuparon de organizar los juegos. Mª José, Conchi Alcolea EstebanMaría Belazul que hicieron cosicas muy chulas para vender. 

La conferencia, que generosamente nos ofreció, en la Semana de la Mujer, la psicóloga Dª. Elena Marín Carratalá, en la que aprendimos muchísimo sobre la depresión, esa enfermedad que sufren justificadamente tantas mujeres (aún le queda mucho por aprender y evolucionar a esta sociedad). María José Rojoy José Antonio Rojo Marín que nos acompañaron este día. Carmen Castano, que se ocupó de la logística.

Hemos impartido cursos sobre "Técnicas de respiración, relajación y meditación" y sus beneficios para la salud. 

Hemos contado con la colaboración de las empresas del pueblo y del Ayuntamiento de Archena, Mari Carmen Alcolea y Ángela Gómez García, que han participado en nuestros proyectos culturales y sociales. 

Nuestra amiga Enriqueta García Martinez, que hizo un sorteo para colaborar económicamente y ayudar a nuestros proyectos.

Somos un equipo donde hay grandes corazones.

Hemos crecido y hemos trabajado, para satisfacción nuestra, en armonía y con ganas, respetando y respetándonos. Porque en nuestra asociación todas las personas son válidas, lo único importante es el corazón.

Son muchas las personas que han aportado, hemos compartido ilusiones y buenos momentos, a todas ellas les damos las gracias (somos muy afortunados).

Esperamos que este nuevo año, nos traiga nuevas oportunidades para seguir compartiendo Alegría.




































































La imagen puede contener: 13 personas, personas sonriendo, personas de pie, calzado e interior

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sábado, 30 de diciembre de 2017

EL ELEFANTE ENCADENADO Jorge Bucay


Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.

Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos:
No puedo y nunca podré.

Ahora descubre tus estacas y descubre que puedes y que siempre podrás.