sábado, 21 de noviembre de 2015

Los psicólogos reclaman menos competitividad en las extraescolares deportivas


Practicar un deporte no sólo es bueno para la salud física de los niños, sino que además el deporte es fundamental a la hora de adquirir habilidades sociales (socializar) y es una buenísima herramienta de aprendizaje. Los niños necesitan moverse y jugar y los juegos de competición probablemente hayan formado parte de las actividades humanas desde las primeras épocas. Pero una cosa es jugar a ganar y otra cosa necesitar hacerlo siempre.
La frase “lo importante es participar” no sirve de mucho cuando padres, entrenadores, compañeros y a veces la sociedad en pleno te presiona para ser el mejor. Hemos construido un mundo en el que la competición desmedida es la base de todas nuestras actividades, relaciones sociales incluidas. Necesitamos constantemente tener más, ser más guapos, más ricos, más listos, más jóvenes…, para sentirnos momentáneamente “alguien” y transmitimos eso a nuestros hijos. Además, como aseguran los expertos, toda la infelicidad que esa forma de vida conlleva.
Los psicólogos y pedagogos reclaman ya formalmente que las actividades deportivas para niños se despojen, aunque sea un poco, de esa necesidad de ganar a toda costa. Ya en otros países como EEUU existen normas contra los resultados abusivos en las competiciones infantiles – se deja de contar a partir de una cierta diferencia en puntos, por ejemplo – que disminuyan la sensación de humillación del equipo perdedor, pero no es suficiente.
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Deporte para crecer sanos.

“Hoy las extraescolares deportivas son muy competitivas y rápidamente meten al niño en un mundo casi profesional donde los padres sacrifican dinero y fines de semana por conseguir que sus hijos se tecnifiquen y sean figuras ,y los entrenadores también se sienten presionados y juzgados por conseguir logros respecto a otros colegios porque de ello depende que luego les contraten, y al final todo eso crea unas expectativas muy grandes sobre el niño que pronto empiezan a no cumplirse y se convierten en fuente de estrés y de una frustración tremenda”, explica Petra M. Pérez Alonso-Geta, catedrática de Teoría y Antropología de la Educación de la Universidad de Valencia (UV) para el periódico La Vanguardia. Y por lo que parece puede que tenga razón.
Si alguna vez has presenciado alguna competición escolar te habrás dado cuenta de que los que peor se portan casi siempre son los padres.
El deporte es bueno para la salud, física y mental, pero por supuesto, ha de practicarse con cabeza, sobre todo cuando somos pequeños. Presionar a los niños para que sean los mejores, ya sea en el ámbito deportivo o en cualquier otro, sólo beneficia al estrés. Y vivir estresado desde la más tierna infancia es malo para la salud. Enseñar a los hijos que se puede disfrutar aún sin ganar, que el deporte puede ser divertido y que la competición debe ser sana ha de ser una tarea de todos. Tener niños con trastornos de ansiedad no es bueno ni para ellos, ni para las familias ni para la sociedad en general. Racionalizar el deporte infantil empieza porque los padres nos hagamos cargo de que, intentando que nuestros hijos sean siempre los primeros, lo más probable es que consigamos perjudicarles.
Ponte en su lugar.

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