lunes, 18 de julio de 2016

La rana que no sabía que estaba hervida


Me gustaría compartir este breve relato de Oliver Clerc, escritor y filósofo. Según este autor, a través de la metáfora podemos ver los peligros nefasto de la no conciencia del lento cambiar, que puede infectar nuestra salud, nuestras relaciones, la evolución social y ¡Como no!, el ambiente.

El relato dice así:
Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más. Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo para salir de la cazuela.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, ella se habría puesto a salvo de un enérgico salto.

Reflexión:
"Lo que nos enseña la alegoría de la rana es que siempre que existe un deterioro lento, tenue, casi imperceptile, pasa inadvertido y la mayoría de las veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía". 
Muchas veces vamos por la vida como dormidos, aletargados, dejando pasar el devenir de los días, semanas, meses y años, sin hacer nada para romper con la apatía, la desidía o la rutina del día a día.
En muchas ocasiones me habran escuchado decir, "Hay dos cosas impepinables en la vida: Todo lo que nace, muere". Pero olvidamos lo más importante y es la de "vivir", ya nos toque tener una vida larga, o más corta. Cuando una enfermedad golpea nuestra vida, nos aferramos a la idea de la muerte, ya que esto es algo que a todos nos puede asustar pero por mucho que nos aferremos a ella, nos olvidamos de lo más importante que es, la de vivir. Muchos dícen que "mientras haya vida, hay esperanza" pero también lo podemos ver desde otra óptica y esta sería "mientras que haya esperanza, hay vida". 
Hoy sabemos que la enfermedad puede ser una consecuencia del tipo de alimentación que llevemos, de la falta de ejercicio, del éstres, de una gestión desafortunada de nuestras emociones y como no, por determinados hábitos nocivos para nuestra salud.
Una premisa muy importante sería la de tener conciencia de nuestro momento presente. Vivimos pensando continuamente en el futuro y esto hace que nos quedemos dormidos en el sentido literal de la palabra; esperando una oportunidad y ya lo decía Antony Mello, escritor, "La oportunidad nunca llega, la opurtinidad ya está aquí". 
Corrremos el mismo riesgo que la rana, a menos que aprendamos a mirar el presente, como consecuencia del pasado y el comienzo lento pero seguro del futuro distante.
Por lo cual debemos elegir: ¡Conciencia o cocción!!
Entonces, si no estás como la ranita ya medio cocinado o cocinada, da un saludalbe golpe con tus patas ¡antes que sea demasiado tarde!
Montse Parejo
Psico-Oncóloga

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