martes, 18 de noviembre de 2014

Cuando nos comprometemos con algo o alguien estamos declarando que tenemos la firme voluntad de hacer algo específico. Y eso le da confianza a la persona que lo recibe o, cuando menos, el derecho a reclamar o a molestarse si no realizamos lo acordado.
Incluso si se trata de algo trivial, cumplir con lo prometido es beneficioso para nuestras relaciones. Cada vez que hacemos lo que decimos que vamos hacer, ganamos en credibilidad y confianza a los ojos de otros.
Y también vamos ganando en autoestima. Nos sentimos bien porque notamos esa confianza en los demás y nos alegramos de haber sido fieles a nuestra palabra.
Todo lo contrario ocurre cuando no se cumple con el compromiso.
A veces faltamos a nuestra palabra porque lo prometido ya no nos interesa, porque no nos apetece a última hora o, quizás, porque nos importa poco no cumplir. Sea cual sea la causa, supone un daño para nuestra reputación y para nuestra autoestima.


No hay comentarios:

Publicar un comentario