Todos empezábamos a
estar molestos por esa actitud tan grosera. Sin embargo, seguíamos
respondiendo: "Para salvaguardar los derechos humanos" "Bien, ¿qué más?", decía
el profesor. "Para discriminar lo que está bien de lo que está mal"... Seguir...
"Para premiar a quien hace el bien."
Ok, no está mal pero... respondan a
esta pregunta ¿actué correctamente al expulsar de la clase a Juan?.... Todos
nos quedamos callados, nadie respondía. - Quiero una respuesta decidida y
unánime.
¡¡No!!- dijimos todos a la vez.
¿Podría decirse que
cometí una injusticia?
¡Sí!
¿Por qué nadie hizo nada al respecto?
¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la valentía para llevarlas
a la práctica? Cada uno de ustedes tiene la
obligación de actuar cuando presencia una injusticia. Todos. ¡No vuelvan a
quedarse callados nunca más! Vete a buscar a Juan- dijo mirándome
fijamente.
Aquel día recibí la lección más práctica de mi clase de
Derecho.
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