martes, 15 de enero de 2019

La rana que no sabía que estaba hervida

Me gustaría compartir este breve relato de Oliver Clerc, escritor y filósofo. Según este autor, a través de la metáfora podemos ver los peligros nefasto de la no conciencia del lento cambiar, que puede infectar nuestra salud, nuestras relaciones, la evolución social y ¡Como no!, el ambiente.

El relato dice así:
"Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más. Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo para salir de la cazuela.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, ella se habría puesto a salvo de un enérgico salto."

¿Nos estamos convirtiendo en “ranas hervidas”? ¿Somos conscientes de la interconexión que subyace en todos los sistemas de que formamos parte? ¿Sabemos qué consecuencias generan nuestras decisiones y actos en nosotros mismos y en los demás a medio y largo plazo?


En tiempos de crisis se viven las consecuencias de un pensamiento asistémico y lineal.
Podemos desaprender para aprender a mover la palanca que mueve el mundo hacia la ética, la honestidad y la sostenibilidad.

La pregunta es: ¿en qué estado de ebullición nos encontramos cada uno?


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