Asesinada de manera cruel, Hipatia fue una mujer de razón, una profesora en lugares donde las mujeres ni siquiera entraban, una revolucionaria que creyó, sobre todo, en la ciencia...
Hipatia de Alejandría fue la primera filósofa, matemática y física de cuya existencia se tienen pruebas fidedignas. Nació en Egipto a finales del S.IV d.C. Fue maestra y cabeza de la escuela neoplatónica de Alejandría a comienzos del S.V. Cultivaba saberes como la geometría y la lógica, llevando una vida ascética tal y como establecían los preceptos neoplatónicos.
Fue maestra y educadora de una selecta escuela de aristócratas, cristianos y paganos, que terminaron ocupando altos cargos en la sociedad alejandrina. Así es como se convirtió en un figura con una gran influencia social, diana de las envidias de muchos.
Entre sus logros científicos están mejorar aquellos primitivos astrolabios que servían para determinar la situación de las estrellas en la bóveda celeste. Además, inventó un densímetro, instrumento que sirve para determinar la densidad relativa de los líquidos sin necesidad de complejos cálculos matemáticos.
Cristianos y paganos, ciencia y religión
Alejandría era la sede nuclear de una cruenta guerra civil entre cristianos y paganos. El máximo representante del cristianismo, el patriarca Teófilo, pretendía dar fin a cualquier culto religioso no cristiano (al paganismo en cualquiera de sus formas). Por otro lado, la élite intelectual apoyaba a los defensores del templo pagano; todos los filósofos defensores del paganismo dejaron Alejandría para poder salvar la vida.
Sin embargo, Hipatia, que consideraba que filosofía, ciencia y matemáticas están muy alejadas de las disputas político religiosas, prosiguió dando clases como si toda aquella guerra intestina no fuera con ella. De hecho, hasta entonces, nadie la había molestado, quizá gracias a su posición neutral en el tema.
Pero cuando al patriarca Teófilo le sucede Cirilo, mucho más implacable, el nivel de persecución contra todo aquello que no sea cristiano aumenta. Esta vez, Hipatia no puede mantenerse al margen de las disputas y se coloca del lado de Orestes, delegado imperial cuya función era la firmeza y el orden estatal. Al fin y al cabo, Hipatia se siente representada con todo lo tradicional, con la polis griega aristotélica donde la religión no es más que una parte de la política y no al contrario. Su idea era que la autoridad religiosa debía subordinarse a la política y al bienestar ciudadano y no al revés.
Hasta entonces Hipatia -dando clases a la élite alejandrina en la que se juntaban “paganos” y cristianos-, había sido la prueba viva de que el cristianismo era compatible con el resto de ideas filosóficas y religiosas. Hay fuentes que hablan de que personas de todos los sectores y clases la admiraban. Bueno, de casi todos, ya que hay una irreductible secta de cristianos fanáticos que no la quieren en su ciudad; por otro lado, a los estratos más bajos su influencia llega, pero de manera mucho más atenuada que la religión.
Hipatia «la pagana» y «la bruja»
Hipatia era conocida por los cristianos como “la pagana”. No fue difícil hacer correr rumores sobre la condición brujeril de esta científica. A los analfabetos, los signos matemáticos les parecían invocaciones al diablo y la astronomía era fácil de confundir con la astrología. De repente, Hipatia de Alejandría se había convertido en una bruja de malas artes.
Un día de marzo del año 415, durante la cuaresma, Hipatia regresa a casa en su carruaje. De repente, una multitud la ataca, la saca del coche y la lleva a la iglesia de Cesarión. Es allí donde Hipatia es desollada viva con pedazos de cerámica que en pleno fervor arrancan de las paredes. Después de esto, queman los restos en una hoguera.
Este asesinato es claramente religioso, político y filosófico: filosófico porque Hipatia defiende el diálogo y la razón contra la fe fanática. Político porque cree que la religión debe de estar sublevada a la política y religioso porque Hipatia de Alejandría es quizás la representación más dolorosa de la batalla cultural entre el paganismo y el cristianismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario