UNA FÁBULA PARA TENER EN CUENTA ANTES DE HABLAR MAL O HACER ALGO EN CONTRA DE ALGUIEN
Había una vez un chico que tenía muy mal carácter.
Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que, cada vez que perdiera la calma, debería clavar un clavo en la puerta de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos..., al día siguiente 35, otro día 28. Pero, poco a poco, fue calmándose porque descubrió que era muchísimo más fácil controlar su carácter que clavar los clavos en la puerta.
Finalmente llegó el día en el que no perdió la calma para nada... y se lo dijo a su padre. Y entonces el padre le sugirió que por cada día que controlara su carácter, debería sacar un clavo de la puerta.
Los días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos... Entonces el padre llevó de la mano a su hijo frente a la puerta... y le dijo:
"Mira, hijo, has hecho bien, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron... La puerta nunca volverá a ser la misma de antes...
Cuando dices o haces cosas que duelen, dejas una cicatriz como este agujero en la puerta... Es como meterle un cuchillo a alguien: aunque lo vuelvas a sacar, la herida quedó hecha... No importa cuántas veces pidas disculpas, la herida está ahí... Y la persona nunca volverá a ser la misma"
Cuando dices o haces cosas que duelen, dejas una cicatriz como este agujero en la puerta... Es como meterle un cuchillo a alguien: aunque lo vuelvas a sacar, la herida quedó hecha... No importa cuántas veces pidas disculpas, la herida está ahí... Y la persona nunca volverá a ser la misma"
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